Me hacía guiños al pasar, desde principio de año. Negro, hermoso. Nos encontramos. El espacio era reducido y todo salió mal. Él parecía reventar. Me avergoncé, me frustré. Lo odié.
Los otros días volví a encontrarlo. Si bien las reincidencias pueden ser funestas, le tuve fe*.
- ¿Qué talle sos? me dijo la vendedora.
- Hummm… era como 50, ahora no sé… ¿46?
- Creo que un 42 te va a andar bien…
- Mejor un 44, ¿te parece?
No lo podía creer. Primera vez en años que mi frase al salir del probador no fue: “¿No tenés un talle más?", sino todo lo contrario.
Otra sorpresa fue encontrar un local de ropa en Av. Santa Fé que tiene disponibilidad de talles para mujeres reales. Otra más, la vendedora con buena onda, intrigada por mi sorpresa con respecto al talle: “es que no hace dos meses que empecé "la" dieta y ya bajé 8 kilos”.
Ella, también una mujer real, se anotó el nombre “DUKAN” en un papel y prometió buscar el grupo en facebook y el libro, para bajar los kilitos de más que le dejo el embarazo.
Con el vestido negro, quedamos para la próxima: el talle 44 me queda grande, y voy por los 4 kilitos que me faltan bajar…!!!
Me tengo fé. ¡Soy una chica Dukan!
*no al vestido, sino a mi dieta.
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